Masturbación

De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española masturbación es la «Estimulación de los órganos genitales o de zonas erógenas con la mano o por otro medio para proporcionar goce sexual».
Pero el problema no es saber ¿ qué es ? sino saber cómo reaccionar ante ella y ante la cantidad de dudas, inseguridad y condenación que este tema suscita hemos decidido traducir y publicar la siguiente respuesta del conocido consejero cristiano Dr. James Dobso
Pregunta:
Mi hijo de 13 años está en el pleno despertar de la adolescencia. Sospecho que él puede estar masturbándose cuando está sólo, pero desconozco bastante sobre cómo aproximarme a él acerca de esto. Debería estar preocupado, y si es así, ¿qué debería decirle?
Respuesta:
No creo que usted debiera invadir ese mundo privado en absoluto a menos que haya circunstancias únicas que le indiquen hacerlo. Ofrezco este consejo mientras reconozco que la masturbación es un tema altamente controversial y que los líderes cristianos difieren ampliamente en sus perspectivas sobre el mismo. Responderé a su pregunta pero espero que comprenda que algunos ministros y estudiosos de la Biblia discordarán enfáticamente con lo que diré.
Primero, consideremos la masturbación desde una perspectiva médica. Podemos decir sin temor a contradicción que no hay ninguna evidencia científica que indique que este acto sea perjudicial para el cuerpo. A pesar de las advertencias terroríficas dadas a los jóvenes históricamente, no causa ceguera, debilidad, retardo mental ni ningún otro problema físico. Si lo hiciera, toda la población masculina y alrededor de la mitad de la femenina estaría ciega, débil, con retardo mental y enferma.
Entre 95 y 98% de todos los chicos la practican, y el resto se ha sabido que mienten. Está tan cerca de ser un comportamiento universal que es probable que ocurra. Un porcentaje inferior pero todavía significativo de las chicas también la practican, lo que una vez fue llamado «auto-gratificación», o peor «auto-abuso».
Respecto a las consecuencias emocionales de la masturbación, sólo cuatro circunstancias deberían causarnos preocupación. La primera es cuando está asociada con culpa opresiva de la cual el individuo no puede escapar. Esa culpa tiene el potencial de hacer un daño psicológico y espiritual considerable. Los chicos y chicas que sudan la gota gorda bajo la condenación divina pueden gradualmente convencerse de que ni siquiera Dios podría amarles. Prometen mil veces con gran sinceridad nunca más cometer este acto «despreciable». Luego pasa una semana, o dos, o quizás varios meses.
Eventualmente la presión hormonal se acumula hasta que casi cada momento despierto reverbera con deseo sexual. Finalmente, en un momento (y en verdad quiero decir un momento ) de debilidad, sucede de nuevo . ¿Qué pasa entonces, querido amigo? Dígame lo que un joven le dice a Dios después de que él o ella acaba de quebrar por milésima vez la promesa solemne que Le hizo? Estoy convencido que algunos adolescentes han abandonado su fe por su incapacidad de agradar a Dios en este punto.
La segunda circunstancia en la cual la masturbación podría tener implicancias perjudiciales es cuando se vuelve extremadamente obsesiva. Esto es más probable que ocurra cuando ha sido entendida por el individuo como el «fruto prohibido». Creo que la mejor manera de prevenir esta clase de respuesta obsesiva es que los adultos no la enfaticen ni la condenen. No importa lo que usted haga, no detendrá la práctica de la masturbación en sus adolescentes. Esto es una certeza. Sólo hará que sea encubierta, o bajo las mantas. Nada funciona como una «cura». Duchas frías, montones de ejercicio, muchas actividades y amenazas espantosas son inefectivas. Intentar suprimir este acto es una campaña que está destinada al fracaso, entonces ¿por qué emprenderla?
La tercera situación alrededor de la cual deberíamos preocuparnos es cuando el joven se vuelve adicto a material pornográfico. La clase de obscenidad disponible a los adolescentes de hoy tiene la capacidad de aprisionar y mantener a un chico para el resto de su vida. Los padres querrán intervenir si hay evidencia que su hijo o hija está transitando este camino vulgar. Discutiré este peligro en un capítulo aparte.
La cuarta preocupación acerca de la masturbación se refiere no a los adolescentes sino a nosotros como adultos. Este hábito tiene la capacidad de seguirnos en el matrimonio y de convertirse en un sustituto de relaciones sexuales saludables entre esposo y esposa. Esto, creo yo, es lo que quiso decir el apóstol Pablo cuando nos instruyó a no negarnos o «defraudar» uno al otro como cónyuges. El apóstol Pablo escribió: » ? No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia» (1 Corintios 7:5).
Respecto a las implicancias espirituales de la masturbación, tengo que dejar a los teólogos una respuesta más definitiva. Sin embargo, es interesante para mi que la Escritura no toca este tema excepto por una sola referencia en el Antiguo Testamento a un hombre llamado Onán. Él interrumpió el acto sexual con su cuñada y permitió que su semen cayera en tierra de manera de no levantar descendientes para su hermano, lo cual era su «deber» (Génesis 38: 8 – 9). Aunque este versículo a menudo es citado como evidencia de la desaprobación de Dios hacia la masturbación, el contexto no parece encajar.
¿Qué debería usted como padre decirle a su hijo de 13 años acerca de esta materia? Mi consejo es no decir nada después de haber comenzado la pubertad. Sólo causará desconcierto e incomodidad. Para aquellos que son más jóvenes, sería sabio incluir el tema de la masturbación en la conversación de «preparación para la adolescencia» que he recomendado en otras ocasiones. Sugeriría que los padres hablen a sus chicos de 12 o 13 años, especialmente, de la misma manera general que mi madre y padre discutieron este tema conmigo.
Íbamos en el auto, y mi papá me dijo «Cuando era un chico, me preocupaba mucho acerca de la masturbación. Realmente se convirtió en algo aterrador porque pensé que Dios me estaba condenando y para lo cual no encontraba ayuda. Por tanto quiere decirte ahora que espero no sientas la necesidad de embarcarte en este acto cuando llegues a la adolescencia, pero si lo haces, no deberías preocuparte demasiado acerca de eso. No creo que tenga mucho que ver con tu relación con Dios.»
¡Qué acción compasiva la que hizo mi padre por mí esa noche en el auto! Él era un ministro muy conservador quien nunca comprometió sus estándares de moralidad hasta el día de su muerte. Se mantuvo firme con una roca en los principios y mandamientos bíblicos. Aun así se preocupó lo suficiente por mí como para quitar de mis hombros la carga de culpa que casi destruyó a algunos de mis amigos en la iglesia. Esta clase de fe «razonable» que me enseñaron mis padres es una de las principales razones por la que nunca sentí necesario rebelarme contra la autoridad de mis padres o desafiar a Dios.
Estos son mis puntos de vista, para lo que sean válidos. Reconozco que mis recomendaciones serán inflamatorias para algunas personas. Si usted es una de ellas, por favor perdóneme. Solamente puedo ofrecer el mejor consejo del cual soy capaz. Oro para en esta ocasión estar en lo correcto.
Dr. James Dobson.
Derechos reservados. Traducido al español y publicado en Enfoque Cristiano por Yamandú Sánchez con permiso del Dr. Dobson.